viernes, 2 de octubre de 2009

Ulises

Ulises es una novela enorme: 267.000 palabras en total, con un vocabulario de más de 30.000. En la mayoría de las ediciones consta de entre 800 y 1.000 páginas, divididas en 18 capítulos. A primera vista el libro parece desestructurado y caótico, pero los dos esquemas que Stuart Gilbert y Herbert Gorman hicieron públicos tras la edición para defender a Joyce de las acusaciones de obscenidad hicieron explícitos los vínculos con la Odisea. En el mismo sentido, resulta un gran aporte para la comprensión del universo simbólico de la obra el llamado Esquema de Linatti, el cual fuera elaborado por el propio Joyce y enviado a su amigo italiano.

Uno de los rasgos más impmarilynreadingUlyssesortantes del libro está en que Joyce utiliza u n estilo diferente para cada capítulo. El más usado es el de monólogo interior («conciencia interior» —stream of consciousness— en la terminología de William James), que consiste en expresar los pensamientos del personaje sin una secuencia lógica, como ocurre en el pensamiento real. La culminación de esta técnica narrativa es el epílogo de la novela, el famoso monólogo de Molly Bloom, en el que el relato, sin signos de puntuación, emula el fluir, libre y desinhibido, del pensamiento.   

 

 

 

     “Feo y sin sentido: magro cuello y pelo enredado y una mancha de tinta, la baba de un caracol. Sin embargo una mujer lo amó, lo llevó en sus brazos y en su corazón. Pero para ella la estampida del mundo lo hubiera pisoteado, un caracol sin huesos aplastado. Ella amó su tenue sangre acuosa extraída de la suya. ¿Fue entonces real? ¿La única cosa verdadera en la vida? El cuerpo postrado de su madre el fogoso Columbano montó con ardor sagrado. Ella ya no existía: el tembloroso esqueleto de una rama quemada en el fuego, el aroma a palisandro y a cenizas húmedas. Ella lo había salvado de haber sido pisoteado y luego se fue, cuando apenas había existido. Una pobre alma que se fue al cielo: y en un matorral debajo de las estrellas parpadeantes un zorro, hedor rojo de rapiña en su pelaje, con brillantes ojos despiadados escarbó la tierra, escuchó, escarbó la tierra, escuchó, escarbó y escarbó.” james Joyce

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